sábado, 23 de diciembre de 2006

Sombras de luz

Brillantes sombras de luz esparcen su vehemente claridad en la nítida alborada. Mansos mares que extienden sus playas más allá del infinito. Duermen las sirenas. Largo bostezo de la vida, que empieza a despertar. El susurro de la brisa trae, desde la distancia, una dulce canción. Destellos lejanos que avanzan con el galopar de la mañana naciente, hieren de muerte a la noche en franca retirada. En mil ecos de color se rompe la aurora azul, mientras se deja caer blandamente sobre un lecho de océanos de esmeralda y ensueño.
Abre sus somnolientos ojos la tierra adormecida a la tímida caricia del madrugador sol. Y ahora, según avanza el día, mi alma se viste de luz y sol, entre tu ternura y mi ensueño.

Soledad

El gélido aliento de la noche golpea, con pertinaz insistencia, los cristales. En la cumbre de algunos árboles, las hojas más resistentes al otoño, se balancean esperando su caída al infinito. Miles de ventanas cerradas al mundo. Alguna luz en la distancia. Calles y plazas vacías. Nadie. Silencio. El azul helado del firmamento descubre a la madrugada estrellas y luceros. Descalza, camina la luna blanca entre la escarcha anunciada.
Sueños abrigados, inertes, elevan su vuelo a mundos donde lo irreal se trastoca en realidad. Algún suspiro, nacido de las profundidades del alma, se funde levemente en la quietud.
Duerme, corazón, duerme... Duerme y sigue soñando. Mientras, en la calle, las hojas muertas se alzan en pequeños remolinos. El invierno sigue su sendero.
Y la piel de la aurora se viste de soledad.

sábado, 2 de diciembre de 2006

Lluvia otoñal

Alfombra de hojas muertas, empapadas por las últimas lluvias, abriga las aceras y deja un quejumbroso lamento con el paso de los viandantes despreocupados, más metidos en sus propios pensamientos que en aquello que a su alrededor sucede, con esa parsimonia que sólo el otoño, en su ocaso produce.
Los colores anaranjados de las primeras hojas, aún balanceándose en las ramas de los árboles, se vieron arrastradas por viento y lluvia, que de forma alterna, se sucedían sin apenas descanso, hoy sustituidas por restos desmigajados. Lluvia otoñal, lágrimas que empañan la noche y abruman el alba. Ecos apagados de voces.
Quedamente, el otoño se va alejando, mientras se dejan sentir los primeros fríos del invierno acechante.
Lluvia otoñal. Recuerdos que se borran de un verano que se quedó atrás.

Aniversario

Llegó, fiel y puntual a su cita con el calendario, el aniversario. Todos los días son aniversario para alguien, de hechos alegres, radiantes, festivos, como luctuosos y con tintes sombríos. Hay muchos tipos de aniversario. Tantos como circunstancias tiene la existencia de cada uno. Anónimos en la inmensa mayoría de los casos. De renombre e importancia, sólo para unos pocos privilegiados. Se celebran los aniversarios de nacimientos, y también, de alguna manera, los de fallecimiento. Y cuando el correr de los años suma una cierta cantidad de aniversarios, si la obra que esa persona dejó tiene la capacidad de sobrevivir a él o ella, entonces son aniversarios muy especiales, que se celebran con cierta solemnidad, que, según los casos, llegan a extenderse a un país o al mundo entero.

Todos tenemos aniversarios de algo. De sucesos que quisiéramos olvidar y de otros que acariciamos su recuerdo.A veces el aniversario nos envuelve en una cortina de nostalgia, a veces nos hace ver las cicatrices que llevamos en el alma.

Del 1 de enero al 31 de diciembre, según nuestro calendario, cada jornada tiene un significado especial para alguien... Da igual quién sea y en qué lugar de este planeta habite. Un suspiro nostálgico por un tiempo feliz pasado o una mueca de dolor por algo que no termina de curar.

Pero siempre, alguien tendrá un aniversario.